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La lucha por la igualdad no puede ser silenciada por el odio
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Internet puede ser un refugio donde poder expresarse y conectarse con otras personas con los mismos intereses y necesidades pero también puede ser un espacio donde personas destilan su odio, racismo y discriminación.
La Comisión Internacional de Derechos Humanos califica los actos de violencia contra mujeres, incluyendo a las mujeres lesbianas, bisexuales y trans, como manifestaciones estructurales e históricas del sexismo, prejuicios contra orientaciones sexuales e identidades de género no normativas, y la desigualdad entre hombres y mujeres prevalentes en nuestras sociedades. En todo el mundo, muchas personas siguen experimentando violencia y discriminación debido a la homofobia y transfobia, profundamente arraigadas en la sociedad.
Esta vulneración de los derechos humanos, combinada con una falta de protección jurídica adecuada, provoca que muchas personas sean discriminadas o sufran agresiones en el trabajo, centros de salud, escuelas, e incluso en algunos casos, sean maltratadas por sus propias familias pero también en los entornos digitales.
La violencia machista es un continuum y por eso es importante entender que la que se da en los espacios digitales también impacta en las vidas de las personas que la enfrentan: impacta en los cuerpos, salud mental y vida cotidiana. Y muchas veces, puede romper las barreras virtuales para convertirse en acoso callejero, agresiones físicas y sexuales, entre otros.
Pero qué mejor que un caso específico para entender de lo que estamos hablando:
«… la experiencia de un activista y defensor de las diversidades sexuales que fue tomado como objetivo de mensajes de odio en las redes sociales donde cuenta su vida y militancia. En estas plataformas se encontró con la misma hostilidad, donde insultos como ‘maricón’ y otras expresiones se convirtieron en memes, comentarios adjetivados y la creación de páginas antiderechos sin límites. Después de la cuarentena rígida y con el fin de retornar al activismo en las calles, organizaron una manifestación en la Plaza 24 de Septiembre de Santa Cruz, donde enfrentaron la misma violencia machista y patriarcal que se había concentrado en la virtualidad. Los empujones, insultos y amenazas recibidos ese día se replicaron en redes sociales y otras páginas como ‘No a la Marcha LGBT’. Sin más recursos para defenderse, su última opción fue cerrar temporalmente su página de Facebook.» (Internet Bolivia, 2022)
Lamentablemente, las violencias digitales suelen estar invisibilizadas, y en nuestros país, los diferentes niveles del Estado le restan importancia a los impactos que generan en la vida de las personas que las sufren. Ignorar este tipo de violencia, sus efectos y las necesidades de la población LGBTQI+ lleva a la impunidad y revictimización.
En Bolivia, tenemos datos de que 1 de cada 10 personas de la comunidad LGBTIQ+ han sufrido algún tipo de agresión ya sea psicológica o física, y en su mayoría no han sido denunciadas a las autoridades por miedo a ser discriminadas (Los Tiempos, 2021), y terminan renunciando a sus trabajos, traslados de domicilio y abandonando espacios para frenar los hostigamientos.
Existe una naturalización de los discursos de odio y violencias de género y en particular las orientadas a las diversidades pero si hablamos de violencia digital en particular, ha alcanzado un grado alarmante de normalización, ya que muchos consideran a internet un espacio donde pueden expresar su homofobia y acosar impunemente a las personas LGBTIQ+. La invisibilización de esta problemática refuerza una cultura de odio y discriminación que transita en los ámbitos físicos y virtuales sin solución de continuidad.
Es crucial que la sociedad en su conjunto reconozca la gravedad de la violencia digital y tome medidas efectivas para combatirla. Esto incluye la implementación de políticas públicas y leyes que protejan a las personas de la población LGBTIQ+ en todos los espacios, así como la promoción de una cultura de respeto a la privacidad y al derecho a vivir una vida libre de violencias. Las plataformas digitales, por su parte, deben asumir su responsabilidad en la moderación de contenidos y proporcionar herramientas eficaces para que se pueda denunciar y protegerse de los abusos.
La lucha por la igualdad y la justicia no puede ser silenciada por el odio y la violencia. Es fundamental que trabajemos en conjunto para construir un mundo donde cada persona pueda vivir y expresarse libremente, sin temor a la discriminación o la agresión. Solo así podremos avanzar hacia una sociedad verdaderamente inclusiva y equitativa tanto en el mundo físico como en el digital.
Si estás enfrentando violencia digital entendemos que estás pasando por un momento difícil. Puedes escribirnos a nuestra línea de acompañamiento gratuita al 62342430 en WhatsApp, Signal y Telegram.
Bibliografía
Centro SOS Digital. (2023). Reporte semestral 2023. Recuperado de https://sosdigital.internetbolivia.org/reporte-sos-2023/
Comisión Interamericana de Derechos Humanos. (2015). Violencia contra Personas Lesbianas, Gay, Bisexuales, Trans e Intersex en América (Serie OAS. Documentos oficiales; OEA/Ser.L, v. II, Rev.2, Doc. 36). Organización de los Estados Americanos. ISBN 978-0-8270-6503-1.
Flores, A. (2023, marzo 8). Violencia digital contra personas LGBT+: un problema urgente. Altavoz LGBTIQ+. Recuperado de https://altavoz.lgbt/violencia-digital-contra-personas-lgbt-un-problema-urgente/
Fondo de Población de las Naciones Unidas. (2021, noviembre). Documento orientativo para informar sobre la violencia digital: Guía práctica de referencia para periodistas y medios de comunicación. Recuperado de https://www.unfpa.org/es/resources/Documento-orientativo-para-informar-sobre-violencia-digital
Internet Bolivia. (2022). Violencia digital, otra forma de violencia en Bolivia. https://internetbolivia.org/actividades/publicaciones/violencia-digital-otra-forma-de-violencia-en-bolivia/
Los Tiempos. (2021, febrero 7). LGBT en Bolivia: uno de cada 10 denuncia hechos homofóbicos. Fundación Construir. https://www.fundacionconstruir.org/monitoreo/lgbt-en-bolivia-uno-de-cada-10-denuncia-hechos-homofobicos/
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